Editorial Orbis Press

Nacido en Durango, México en 1952, Saúl Cuevas se crió en Torreón, Coahuila y en el barrio Van Nuys de Los Angeles, California. Experimenta la vida fronteriza, el drama del migrante y la cotidianidad de los barrios mexicanos y chicanos californianos en donde, además, cursa la licenciatura en estudios chicanos y la maestría en pedagogía (California State University-Northridge). Ha participado en incontables proyectos de servicio social y educativo los cuales lo han llevado, portando siempre su vocación de cronista de la vida, no sólo a radicar en distintas ciudades de la Unión Americana, sino también a recorrer diferentes regiones del planeta como Europa, África y América del Sur. Sus andanzas incluyen una temporada en el infierno de Arizona—parafraseando a Rimbaud—donde logra sobrevivir las altas temperaturas y las exigencias de la academia doctorándose en letras hispanas en Arizona State Univesity-Tempe. La historia de la creación y publicación de Barrioztlán, ahora en su segunda edición, incluye años de hechos humanos y lingüísticos, jaloneos con puristas de la lengua, dictadores de la normatividad o editores en busca de “best sellers” y de prestigios académicos. Pero también esta obra ha experimentado encuentros gratos con artistas y críticos a favor de las posibilidades creativas de la palabra, provocado diálogos con humanistas que sueñan y luchan por cambios sociales e incluso ha sido seleccionada como lectura obligada en cursos universitarios de letras chicanas contemporáneas. Por ello Barrioztlán sigue provocando polémicas: desde indiferencias ruidosas, intentonas para desacreditarla, hasta la admiración por su juego con el lenguaje y denuncia social erigiéndose como la novela chicana hacia el siglo XXI. La crítica inteligente y comprometida, esa que anhela fuera y dentro del cubículo la justicia social y el desarrollo pleno del arte literario, nunca acabará de alabarla. Porque Barrioztlán es un proyecto sencillo: simplemente quiere continuar y registrar el habla, el tenso e intenso peregrinar—continuando la herencia de Miguel Méndez, autor del clásico Peregrinos de Aztlán—de personajes vitales que experimentan el desarraigo, el colonialismo interno en el patio de su casa, la destrucción de identidades y proyectos de vida. Unas vidas que sufren el amoldamiento de sus mentes y de sus cuerpos bajo el influjo abrumador de la urbe norteamericana con sus esporádicas dosis de felicidad—fenómeno global, ya lo sabemos, no limitado al marginal méxico-americano, de ahí la universalidad de esta novela. Saúl Cuevas viaja continuamente entre Arizona y California en su labor literaria, académica y personal dando la impresión de radicar en ambas partes lo cual rinde sus frutos: ha producido nuevos trozos narrativos, crónicas y artículos que van conformando su obra como los relatos Ensueños (cuentos y estampas) (2003) que conservan el sabor bifronterizo así como el juego con el lenguaje, estilo ya cuajado de Cuevas, diestro en el caló, los pachuquismos, el spanglish y el español estándar...